Friday, December 2, 2011

Recordarle y llorarle.

No pasa muy seguido que me acuerde de ese ente tan especial para mí, y cuando lo hago, lo hago con ganas. Su ausencia duele tanto, aún después de (casi) dos años. Recuerdo cuando le abrazaba y hundía mi cabeza en su cuello, para oler su cabello, y ella me respondía llenándome la oreja de besos. Jamás pensé que fuera a extrañarla tanto, después de todo, fue poco el tiempo que estuve con ella. En menos de medio año me robó el corazón, me llenó de felicidad y me dejó en el corazón el hueco más grande que jamás había sentido.

Lo mejor de ella era su cadera, ese meneo que se echaba al caminar, tan suyo.

Hoy la recordé, aún no la lloro.

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